Espiritus como Blake y Dostoievsky, como Kierkegaard y Nietzsche, intuyeron que algo tragico estaba incubandose en medio del optimismo iluminista, y echaron los fermentos de la rebelion que un dia podra salvar a la criatura humana, dando vigor a lo que oscura y debilmente estaba en el animo de las victimas. Porque, aunque embotados por los discursos, tambaleantes por los golpes, idiotizados por el mecanismo, tal vez intuian algo en medio de las tinieblas, casi imperceptibles susurros les advertian que a pesar de todo eran libres o podian serlo alguna vez, que de cualquier modo no eran meros engranajes, que el ciego determinismo que rige para el universo material no regia totalmente para ellos. (y esta es la parte que mas me gusta a mi) Y hasta la muerte de un padre o de un hijo, la augusta presencia de la muerte, tambien era motivo de interrogantes y hasta de paradojas esperanzas: porque las cosas no mueren ni tienen angustia.
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